Valencia
Además de Barcelona, Real Madrid y el Atlético; hay otro equipo que brilló en España y Europa: el Valencia del 2000 al 2004 ganador de campeonatos y finalista de dos Champions. Hoy se encuentra peleando el descenso. Tan sólo 4 de los clubes españoles son clubes deportivos, el resto debieron (por sus deudas) reconvertirse en Sociedades Anónimas Deportivas (SAD). El Valencia es SAD desde el año 92 El multimillonario Peter Lim, de Singapur (fortuna de 2400 millones de dólares) en octubre del 2014 compró la mayoría accionaría del club en 94 millones de dólares. Cuenta con la colaboración de Jorge Mendez, representante, entre otros, de Cristiano Ronaldo y el técnico José Mourinho, a través de su agencia Gestifute y elegido del 2010 a 2015 como el mejor representante de jugadores del mundo en los Globe Soccer Awards. En el registro que representan los comentarios al pie de las noticias ha quedado tristemente fijada la alegría de los hinchas valencianos esperando ganar liga y copa del rey, e incluso agotando las entradas de los partidos que se disputaban mientras se pactaba la venta del club. Dos años después el club cae en picada, cambia varios técnicos por temporada, compra caros jugadores sobrevaluados y vende a los que se consolidan. Mendez no es sólo un representante de jugadores sino que construye la silueta del futbol mundial, los armados de grandes equipos cuentan con él y otros como él, como piezas indispensables. Pero además ha estado involucrado en denuncias de corrupción en Portugal, cómo la llamada Operación Marqués que involucró hasta al ex primer ministro José Sócrates.
A eso se suma que el Valencia decidió al comienzo del siglo construir un nuevo estadio para 75000 espectadores. En 2008 mueren 4 trabajadores de la construcción y en 2009 se acaban los fondos. El acuerdo para proseguir con Bankia se rompe cuando ésta es intervenida por la UE. En los últimos dos años la asistencia de espectadores ha caído, en promedio por temporada, del 85% al 66%. Cuando se realizó la venta había sido el que mas expectativas había generado subiendo drásticamente las ventas de entradas. Hoy, amenazado por el descenso, los hinchas del Valencia estallan de bronca haciendo que la presidenta del club (una ejecutiva asiática colocada por Lim) tenga que retirarse de su club con custodia policial.
Leipzig
Por otra parte en Alemania otro club fue comprado por un millonario, Dietrich Mateschitz. Un austriaco dueño de Red Bul que posee 13200 millones de dólares (5 veces la fortuna de Lim) El club que compró en 2009 se llamaba SSV Markranstadt, un club de la quinta división de la ciudad de Leipzig, en lo que fue la Alemania Oriental, en graves problemas económicos. Pero a diferencia de Austria, donde es dueño del Red Bull Salzburgo, en Alemania los clubes no pueden identificarse con nombres comerciales. El club cambió los colores, el escudo, el nombre del estadio y lo más controvertido: el nombre de la entidad. Pasó a llamarse RasenBall Sport Leipzig, que significa algo como fútbol al ras del piso, o sobre hierba, nació así el RB Leipzig notoriamente asociado a Red Bull. De esa ciudad del este surgió el primer campeón del fútbol alemán en 1903, pero desde 2009 no había siquiera un equipo de la ex Alemania Oriental en la Bundesliga. Red Bull mudó al equipo al desaprovechado Zentralstadion, único estadio del Mundial 2006 ubicado en el este, cuyo nombre ahora es Red Bull Arena.
El Leipzig, al igual que el Valencia, ha logrado exasperar los ánimos de los hinchas. Pero de los hinchas rivales. Los simpatizantes del Dortmund, los más fieles según se dice, no concurrieron a ver el enfrentamiento de ambos equipos, los de otros clubes se visten de negro por la muerte del fútbol, otros colocan pancartas, canciones alusivas (la Marcha fúnebre de Chopin en los altavoces). Incluso los del Dinamo Dresden le han arrojado al equipo una cabeza de toro ensangrentada, lo que les costó una multa y suspensión del estadio. Sin embargo el RS Leipzig es el primer club en años que logra llegar a la fecha 10 disputando al poderoso Bayern de Munich la cima del campeonato. Lo que se pone en cuestión de este exitoso proyecto (campos de entrenamiento renovado, estadio lleno en cada presentación, 20 mil abonos, ascensos y punta del campeonato jugando un fútbol vistoso y ofensivo de la mano de su técnico Ralf Rangnick y su política de compra de jugadores equilibrada entre poderío económico y selección de valores emergentes, sobre todo de la zona este) es que se lo acusa de matar el espíritu del fútbol alemán.
Dicen los alemanes que su fútbol es una cuestión de los aficionados y los socios. Es el único país que tiene la regla del 50+1: los socios deben tener la mayoría de las acciones. Pero siempre hay resquicios cuando una disposición técnica intenta tapar el sol con un dedo. Con esta disposición se protege a los clubes de inversiones cortoplacistas que no respeten la poderosa unión de los clubes con las regiones y ciudades que los cobijan. De hecho sólo Wolfsburgo y Bayer Leverkusen tienen una marca comercial incluida en su nombre por la historia conjunta de la empresa, la ciudad y el club.
El repudio de los hinchas es por sentirlo “una amenaza para una Bundesliga de clubes cercanos a su comunidad, de boletos populares y que democratiza sus ingresos. De haber roto la regla que mantiene los clubes en manos de sus socios y evita así el arribo el magnates, jeques y oligarcas” (E F Moores La Nación 23/11/2016) Sin embargo el Schalke, uno de los equipos alemanes que disputan los trofeos internacionales, recibe millones de Gazprom (rusa) y lo mismo sucede con otros clubes. Y sus dirigentes no son carmelitas descalzas, el presidente del más poderoso y exitoso club alemán, el Bayern de Munich, fue condenado hace dos años por la evasión fiscal de 27 millones de euros.
Los hinchas
Un club grande que juega mal y está amenazado por el descenso provoca el enojo de los hinchas, un pequeño club que juega bien y gana, ascendiendo varias categorías provoca el enojo de los hinchas. ¿Qué provoca el enojo de los hinchas? La mitad de la verdad.
La mercantilización del futbol es la mitad de la verdad. La verdad completa es que en el sistema capitalista no hay nada que funcione socialmente fuera de la mercantilización y la degradación que ella conlleva en este momento histórico.
El futbol es un buen negocio, la fabricación textil también. Sin embargo muchas fábricas textiles cierran. Porque otras crecen y se las engullen. El futbol, como negocio global de la publicidad, a partir de la década del 90, es una disputa de gigantes, incluso estos gigantes deben seguir compitiendo para no ser devorados por otros. Como amenaza ahora la liga china a los de la UEFA. Los clubes tienen su mirada en lo doméstico (el campeonato local) pero sólo cómo base para la verdadera batalla que es la competencia internacional, dónde están los sponsors, los premios y el dinero. El capitalismo en su lógica de acumulación y concentración competitiva crea una paradoja: hay muchísimo más que nunca pero no es para todos sino para pocos. ¿Por qué los hinchas ven la mitad de la verdad? Porque confunden la competencia capitalista con la competencia deportiva. Los equipos compiten entre sí bajo reglas deportivas, pero los capitalistas lo hacen bajo las reglas de la economía capitalista: lo que importa es valorizar el capital: a Dietrich Mateschitz le sirve que el RB Leipzig gane porque le ayuda a vender Red Bulls, a Lim le sirve el Valencia para realizar negocios con las transferencias porque no pudo hacer lo que sí pudo Matesichtz.
La mitad de la verdad es no ver que el futbol es globalmente un negocio, cuando se compara un club “bien administrado” con los otros que no lo son, no se toma en cuenta que alguno gana y la mayoría no. Que el que gana se fortalece y gana más. Pero que el que pierde puede desaparecer. Los campeonatos locales ya no son más que el preludio de los internacionales, dónde está la verdadera torta. Pero para acceder a esa posibilidad económica primero hay que invertir a riesgo de no lograrlo. Cuándo se pierde el inversor salva su inversión cómo puede y el club paga las consecuencias. Los hinchas del mundo ven lo que pasa cuando sale mal, pero creen que puede salir bien. Repudian la gestión pero no al capitalismo en su conjunto. Sueñan con ser la excepción. Y con eso le alcanza al capital para funcionar.
Buenos Aires
Sólo en ese marco se entiende el desmadre del fútbol argentino. En primer lugar es necesario decir que aunque de origen político radical, Grondona representó al peronismo en el terreno del futbol profesional. Hábilmente usufructuó el estatuto de López Rega, logrando que la porción más débil del conjunto de los clubes de futbol del país recibieran una parte de lo que producían los grandes clubes. Su poder de negociación entre estos sectores explica que no haya tenido problemas en los 22 años que compartió con gestiones peronistas (Menem, Duhalde, N, Kirchner, CFK) El estatuto fraguado por el lopezreguismo con Perón es problemático a dos caras: por un lado es antidemocrático, la representación de los clubes es desigual, de acuerdo a su categoría deportiva (los clubes de primera están sobre representados, tienen aproximadamente el 40% de los votos de la asamblea) pero a la vez, no les alcanza a esos mismos grandes clubes para dominar el gobierno de la AFA. Grondona fue el árbitro entre estos sectores durante 35 años, pero sobre todo desde que los derechos de televisión (que se negocian de manera centralizada) le dieron la billetera necesaria para hacerlo. El primer contrato con TyC Soprts fue en el año 1992, pero desde 1988 era vicepresidente 1° de la FIFA y (esto es crucial) presidente de la Comisión de Finanzas y el Consejo de Mercadotecnia y Televisión. Grondona condujo con firmeza la transición de un negocio de espectadores presenciales con limitaciones objetivas a la acumulación y fuertes tendencias localistas a una mega estructura internacionalizada, con miles de millones de dólares en juego y actores globales.
El negocio de futbol profesional no es viable para el conjunto de los clubes que hay en el país, estos clubes se desdoblan como entidades sociales y como empresas de espectáculos. En su perfil empresario deben sobrevivir compitiendo (económicamente) con otros clubes, en su sesgo social son el espacio dónde muchas personas juegan, se recrean, se divierten y realizan vida social. Este último sesgo está amenazado de muerte bajo la lógica del capital. Grondona, como representante del programa de liberación nacional burgués, sólo pudo aspirar a sucesivas crisis y renegociaciones de los derechos televisivos que nunca alcanzan para todos. Porque los gastos para tener un equipo de futbol competitivo (requisito para acceder a cuota parte de la torta televisiva) exceden las posibilidades de los clubes aun recibiendo ese dinero. ¿Por qué? Porque el negocio del futbol es un negocio mundial y la línea de flotación la determinan la competencia internacional, dicho de otra manera, los jugadores firman sus contratos de acuerdo a los valores del mercado mundial. El Futbol para Todos fue, además de una excelente plataforma publicitaria, el rescate realizado por el gobierno peronista al peronista del futbol, Julio Grondona, una nueva renegociación que le dio aire a los clubes hasta… la nueva crisis. Crisis que estalló apenas desapareció la figura bonapartista y surgieron las peleas por la sucesión que en el fondo es la pelea entre los pequeños clubes y los grandes de Primera (la Superliga es el nombre de su proyecto). Las cadenas de TV que se disponen a hacer ofertas, la FIFA y los clubes que tradicionalmente se mantienen en primera quieren una superliga, o sea una competencia acorde con la concentración del negocio. No es atractivo televisar (pagando por hacerlo) Aldosivi de Mar del Plata y Defensa y Justicia de Florencio Varela. Chiqui Tapia de Barracas Central y Toviggino del Consejo Federal (interior) son algunos de los referentes del ascenso unido cómo a veces lo llaman. Los presidentes de los 5 grandes los referentes de la superliga.
El estatuto es el problema, para reformarlo a su favor los grandes necesitan el apoyo (de por lo menos algunos) de los chicos, pero eso los condenaría a la desaparición. Por lo tanto el Ascenso Unido pide algo a cambio, alguna participación en el reparto. La FIFA, el gobierno y los grandes apuestan en este momento a la debacle, exigir el pago de las deudas previsionales, retacear una deuda acordada y esperar. Los jugadores y empleados de los clubes chicos y del interior ya no cobran, algunos no inician la pretemporada, el futbol profesional se cae a pedazos. La solución es, en su apariencia aritmética, simple. Pero en su intrincación económica, sin salida. Una deuda previsional de 450 millones y una acreencia de derechos televisivos por la rescisión del contrato de 350 podrían resolverse en una deuda de sólo 100 millones de parte de los clubes. El problema es que la mayor parte de ellos necesitaron de esos fondos no pagados para sobrevivir hasta ahora y necesitan en igual medida de los 350 millones para seguir subsistiendo.
Todo esto bajo el telón de fondo de otra disputa que se expresó en las investigaciones del FBI que desnudaron la trama de negociados de la FIFA y que ya llevó a la cárcel a presidentes de federaciones, a empresarios como Burzaco y le costó el cargo al imbatible, hasta poco tiempo atrás, Blatter y el futuro al francés Platini.
Los barras
Aparece aquí un componente particular. Las expectativas políticas de algunos protagonistas confunden un poco. Como el futbol no es una isla sino una parte del mundo socioeconómico, muchos de sus actores lo son también en otras escenografías: Tinelli, Moyano, Angelici, Santilli. Eso oscurece el panorama ya que coyunturalmente pueden aparecer “jugando” en el “equipo” inesperado. Angelici al comienzo del sainete contra Tinelli o Moyano junto al ascenso. Pero el panorama general no tiene otras alternativas dentro del capitalismo que la superliga excluyente o la agonía del campeonato federal. Lo que los clubes muestran (tal como los superpac lo mostraron en EEUU) es la imposibilidad de mecanismos democráticos cuando la diferenciación social es extrema y el dinero demuele cualquier igualdad formal. Los clubes, aunque formalmente asociaciones civiles, son el terreno dónde medran los empresarios, únicos socios que poseen los medios para acceder a la conducción de las entidades y aprovecharse de ellos, incluso sin comprometer su patrimonio.
Sin embargo hay un problema extra que vale la pena considerar: la violencia en el futbol. Lo que empezó como la alianza de los dirigentes con algunos “hinchas caracterizados” para que silbaran o aplaudieran decisiones desde las tribunas, se fue transformando con el tiempo (y el crecimiento de la torta económica a repartir) en una alianza férrea entre los dirigentes y sectores desclasados disponibles para cualquier “trabajito” El porcentaje menor de ingresos provenientes de entradas con respecto la televisión y sponsors, comparados con otras ligas, no puede resolverse con el grado de violencia e incertidumbre que afecta al espectáculo en vivo. Pero ese problema no puede ser atacado porque sería atacar la permanencia de la totalidad de la actual dirigencia del fútbol. El caso de Cantero que se enfrentó al Bebote Álvarez y fue abandonado a su suerte por el conjunto del negocio del fútbol tiene su contracara en Pasarella, en juicio por sus relaciones económicas con los barras de Ríver. Dispuestos a pensar el futbol como lo que no es (sólo un juego) las soluciones han pasado por el absurdo: desde cuestionar los cánticos hasta prohibir la presencia de público visitante. Un solo dato obligaría a rever todas estas políticas que intentan ocultar la verdad de la relación entre el capital y el fútbol. La cantidad de muertes en las canchas y sus alrededores ligadas a enfrentamientos de facciones “futboleras”, o sea barras bravas, ha aumentado sin detenerse e incluso acelerando su tasa de crecimiento. Si exceptuamos la Tragedia de la Puerta 12 (71 muertos en el año 1968), desde el inicio del fútbol profesional hasta el año 1970 hubo 22 muertos, en la década del 70, 10 más, en la del 80 la cifra fue 19, en los 90 (fuerte inyección de dinero desde la TV) se registra el salto a 66, la primera década de este siglo se estabiliza en 61. Desde 2010 a 2013 hay 22 muertos más y desde que se prohíbe el ingreso de visitantes en el 2013 hasta hoy 38. Dicho de otra manera las muertes son proporcionales a el dinero que hay en el fútbol y no a las rivalidades de los clubes o el contenido de los cantos y las banderas.
La salida
Pero entonces ¿cuál es la salida? En un mundo organizado por valorización creciente del capital: ninguna, sólo mentiras para simular que algo va cambiar mientras todo se degrada. Ahora el futbol mundial se ve conmovido por la aparición de la Superliga China con sus exorbitantes sumas de dinero. Toda la deuda de 350 millones que reclaman decenas de clubes de argentina para sobrevivir lo va ganar Carlitos Tevez en sus primeros 12 días en Shangai.
El problema no es la gratuidad de la televisación de los partidos, el problema no es si los clubes son asociaciones civiles, el problema no es la agresividad en los cantos de las hinchadas, estos son, como mucho, lo visible de otro asunto, el problema, que supura por todos lados, es el capitalismo. Que cubre de pus todas las actividades humanas, sin que escape ninguna, por maravillosa que haya sido en su momento. Sólo los clubes en manos de sus socios y las asociaciones en manos de los clubes pueden salvar el juego y el deporte, pero eso es imposible bajo el imperio del capital: sólo en una sociedad que se organice en función a los intereses del conjunto, el deporte y el juego pueden ser lo que los hinchas y jugadores quiere que sea.